Dos métodos para la ansiedad lingüística  

No es lo mismo aprender un idioma en la niñez que en la adultez. Y no me refiero a la edad, sino a la ansiedad. 

¿Cuántas niñas conoces que sienten inseguridad por aprender otro idioma? ¿Cuántas veces viste a un niño con nervios por hablar en una segunda lengua? Es difícil, casi imposible, ver casos así porque la ventaja de la niñez es poder vivir sin preocupaciones. ¿Te suena “Hakuna matata“? Si te soy honesta, adquirir un idioma debería ser una forma de ser, sin nada que temer, porque así es como hay que vivir.   

Aunque en la adultez casi no queda huella de esa vida sin preocupaciones por pensar en lo que exige el mercado laboral, sí deseo que pienses en los idiomas como el escudo que te defenderá en la vida. Pero como todo escudo, puede llegar a pesar. De ti depende aprender a encontrar la forma de saber llevarlo contigo. Aunque no te enfrentarás a enemigos, sí tendrás una acompañante no tan grata que digamos: la ansiedad lingüística. 

Conoce a la ansiedad lingüística

¿Ya empezaste a sentir nervios con el simple hecho de leer ansiedad? Tranqui, te entiendo. Sí, más de lo que quisiera.

Antes de sentirte culpable por tener ansiedad lingüística, quiero que sepas que es una reacción involuntaria que muchas personas en el mundo aprendimos a identificarla. Ponerle nombre a lo que sentimos es ese gran paso. A mí me cambió la vida. Pasé de mencionar todos mis síntomas a por fin decir que tenía este tipo de ansiedad relacionada con el estudio de una lengua extranjera. 

En el proceso del aprendizaje del idioma que siempre quisiste, te toparás con sentimientos asociados a la ansiedad:

  • El miedo.
  • La tensión.
  • La inseguridad.
  • La frustración.
  • La intranquilidad.

El problema es cuando dejamos que ellos se apoderen de nuestro ser.

¿Qué puedes hacer?

Prueba estos métodos para aprender a convivir con la ansiedad lingüística que sentimos cuando aprendemos un idioma. 

  1. Escribe en un diario 

Consigue un cuaderno o crea tu propio diario para que escribas las vivencias, las emociones y los sentimientos que te genera aprender una lengua extranjera. 

¿Qué ganas con esto?  

Reconoces lo que sientes para enfrentarte a todo con un plan de acción. Así como “lo que no se mide, no se puede mejorar”, lo que no se escribe, no se puede identificar. Hoy puedes empezar escribiendo unas cuantas líneas. Mañana será media página. Pasado mañana será un hoja. Y así, poco a poco, escribirás tanto que sin darte cuenta, habrás terminado tu primer diario.   

  1. Haz un gráfico de la ansiedad 

Elabora un gráfico en el que puedas ubicar el nivel de ansiedad (del 1 al 10) que sientes cada vez que estudias un idioma.  

¿Para qué te sirve?  

Compruebas que no siempre tienes el mismo nivel de ansiedad. Como todo proceso, tendrás días en donde tu puntaje será bajo, así como otros momentos en los que tengas el máximo. Los niveles pueden variar según la actividad que estés haciendo en ese momento. Recuerda que no lo mismo expresarte oralmente en una lengua extranjera que a nivel escrito. 

Sácale el máximo provecho al aprendizaje de un idioma distinto al materno. Aunque no te pueda prometer un proceso sin preocupaciones, sí puedo decirte que habrá un antes y un después en ti cuando pongas en prácticas estos métodos. 

Cuéntame con cuál empezarás hoy.  

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